Desde el último asiento de uno de
los colectivos de la línea 138, junto a la ventana, si se presta atención, se
puede ver mucho.
Hay 15 pasajeros, todos sentados lo
más separado posible entre sí. La mayoría están vestidos con su ropa de
trabajo: una enfermera trae en su cuello un estetoscopio, y en un bolsillo,
varios termómetros. Ya esta trabajando, y como los demás, no se desconecta de
su trabajo ni fuera de él. Una persona le pregunta tímidamente a otra: “¿Donde
me bajo para ir al Anses?”, “No se” le responde.
Sus rostros muestran preocupación,
aburrimiento y tristeza. En el primer asiento hay un anciano que se sujeta el
rostro con ambas manos. ¿Qué estará pensando?, ¿sobre el 82% móvil?, ¿en sus
nietos? Quizás simplemente lleve el cansancio del día, o está cansado de la
vida. Una joven universitaria, delgada, cabello negro ondulado, vestida de
manera formal, subraya una fotocopia, que por lo poco que alcanzo a leer, es de
medicina. La chica suspira, se recuesta contra la ventanilla, y entre enojada y
resignada, guarda sus apuntes.
Los únicos dos pasajeros que viajan
uno al lado del otro, comentan: “el otro día frente a mi casa, le robaron a una
señora”, dice uno que por su traje, parece un empresario.”¿Hiciste algo?”, le
pregunta su compañero. “No, ni loco. Me metí a mi casa”, dice el empresario.
Que triste, no es su culpa, la sociedad acostumbra a no involucrarse en
situaciones similares.
Un chico que hasta el momento no se
sentó, está exaltado, se agarra la cabeza y gesticula con sus manos y apaga su
celular, dando fin a la discusión. Miro por la ventana, y observo que el cielo
se torna gris, aparece un fuerte viento y comienza a llover.
Lo más preocupante es una joven
mujer embarazada. No parece tener más de 20 años y viaja amamantando a su bebé.
Sus ojos no tienen brillo, parece muerta en vida. La economía que impone el sistema capitalista, como siempre, castiga
a los que menos tienen y conduce a las
personas a tener que trabajar cada vez más para poder satisfacer sus
necesidades básicas y no tan básicas .Cuanto más trabajan , más rutinaria hacen
sus vidas . ¿Serán estas las causas de tanto individualismo? O será que
simplemente no queda tiempo para poder pensar en los demás.
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