lunes, 29 de abril de 2013

Breve análisis sobre la desigualdad social


"Que injusticia que no se valore su eficacia y responsabilidad, porque el hoy se mató pensando, y es lo mismo que uno más”. Este enunciado extraído de la letra de un hit del rock nacional, describe a la perfección el sentimientos de muchos, o más precisamente para meternos en tema: la sensación que muchos tenemos en nuestros respectivos trabajos.
Sin embargo, lo certero de esta frase no solo pasa por lo dicho, sino también por lo no dicho, o más específicamente, el contenido y trasfondo de eso “no dicho”.
¿Por qué es tan común no ser valorados por nuestra eficacia o responsabilidad?, ¿El hombre, a pesar de destacarse o las luces que tenga, es y será uno más?,¿Cómo y de qué manera se llegó a esta naturalización de la situación laboral y social?
Este problema puede abordarse desde diversos puntos de vistas. Aquí se esbozarán algunas aproximaciones antropológicas y sociológicas, cada uno con premisas de autores que demuestren que este problema es el resultado de un proceso histórico que derivó en “…imposible bajarse de esta rutina, y se pregunta ¿hasta cuando?”.
“…Mientras los hombres sólo se dedicaron a obras que cualquiera podía hacer por sí, y a las artes que no necesitaban del concurso de muchas manos, vivieron libres, sanos, buenos y felices cuanto podían serlo por su naturaleza, y continuaron disfrutando entre ellos del comercio independiente. Pero desde el momento en que un hombre tuvo necesidad del auxilio de otro, la igualdad desapareció, introdújendose  la propiedad, fue indispensable el trabajo, y todo ha de ganarse ahora con el sudor del hombre…creciendo desde entonces la esclavitud y la miseria”. (Rousseau, “Discurso sobre el origen de la desigualdad social entre los hombres”.)
Desde esta perspectiva, vemos que una primera razón de la desigualdad entre las clases tiene que ver no sólo con la aparición de las leyes, sino con quienes las hicieron: ya sean los señores feudales o los reyes antes de la Revolución francesa de 1789, siempre fueron creadas favoreciendo sus intereses sin pudor. Acaso hoy en día, las normas de cualquier trabajo, ¿a quién favorece más”, ¿no debemos pelear por un franco, ascenso, etc?,¿no es frecuente sentir que tenemos deberes y no derechos?
Estamos más atravesados por los deberes que por los derechos.¿Por qué es así?
Herbert Spencer, filósofo (1820/1903), pensaba que en una sociedad los capitalistas deben vivir mejor, y el obrero debe hacerlo como la ha venido haciendo históricamente: una vida plagada de desigualdades, injusticias e imposibilidad de ascensos. Influenciado por la teoría de la Evolución de las especies de Darwin, Spencer extrajo de la “supervivencia del más apto” sus premisas, y lo aplicó a lo social. “Algunos son ricos y otros explotados, las jerarquías existen por naturaleza. Es irracional no pensar así.Los ricos, que son los más fuertes prevalecen. Hay que ocuparse de ellos, de los pobres no”,explicaba.
Entonces podemos entender que esta brecha que existe entre el empleador y el empleado, entre sus calidades de vida, puede ser entendida como decía al principio, como resultado de un proceso histórico que tiene que ver con la intervención del hombre en la creación de las leyes. Sin embargo, Spencer cree que como en la naturaleza sobrevive el más fuerte, en la sociedad también…
Ginés de Sepúlveda en su obra “El problema racional en  la conquista de América y el mestizaje”, ensaya un análisis aplicable al contexto actual. Sepúlveda adhiere a la teoría del derecho natural, y considera a los pueblos “no civilizados” al margen de la humanidad.
Decía Sepúlveda: “Con perfecto derecho los españoles ejercen su dominio sobre estos bávaros del nuevo mundo…son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos, y las mujeres a los varones”.Y agrega: “estos hombresillos apenas tienen vestigios de humanidad, que no sólo no poseen ciencia alguna, sino que ni siquiera conocen o usan las letras”.
Tal vez estamos sujetos a vivir bajo sumisión y dominación. Tal vez es verdad que por naturaleza, es la realidad que nos toca vivir y debemos perecer. Tal vez hasta no debamos ser ni respetados ni valorados, y los capitalistas deban llevarse la mejor parte, por jerarquía y por naturaleza.


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