"Que
injusticia que no se valore su eficacia y responsabilidad, porque el hoy
se mató pensando, y es lo mismo que uno más”. Este enunciado extraído de la
letra de un hit del rock nacional, describe a la perfección el sentimientos de
muchos, o más precisamente para meternos en tema: la sensación que muchos
tenemos en nuestros respectivos trabajos.
Sin embargo, lo certero de esta frase no solo pasa por lo dicho, sino también por lo no dicho, o más específicamente, el contenido y trasfondo de eso “no dicho”.
¿Por qué es tan común no ser valorados por nuestra eficacia o responsabilidad?, ¿El hombre, a pesar de destacarse o las luces que tenga, es y será uno más?,¿Cómo y de qué manera se llegó a esta naturalización de la situación laboral y social?
Este problema puede abordarse desde diversos puntos de vistas. Aquí se esbozarán algunas aproximaciones antropológicas y sociológicas, cada uno con premisas de autores que demuestren que este problema es el resultado de un proceso histórico que derivó en “…imposible bajarse de esta rutina, y se pregunta ¿hasta cuando?”.
“…Mientras los hombres sólo se dedicaron a obras que
cualquiera podía hacer por sí, y a las artes que no necesitaban del concurso de
muchas manos, vivieron libres, sanos, buenos y felices cuanto podían serlo por
su naturaleza, y continuaron disfrutando entre ellos del comercio
independiente. Pero desde el momento en que un hombre tuvo necesidad del
auxilio de otro, la igualdad desapareció, introdújendose la propiedad, fue indispensable el trabajo, y
todo ha de ganarse ahora con el sudor del hombre…creciendo desde entonces la
esclavitud y la miseria”. (Rousseau, “Discurso sobre el origen de la
desigualdad social entre los hombres”.)
Desde esta perspectiva, vemos que una primera razón de la
desigualdad entre las clases tiene que ver no sólo con la aparición de las
leyes, sino con quienes las hicieron: ya sean los señores feudales o los reyes
antes de la Revolución francesa de 1789, siempre fueron creadas favoreciendo
sus intereses sin pudor. Acaso hoy en día, las normas de cualquier trabajo, ¿a
quién favorece más”, ¿no debemos pelear por un franco, ascenso, etc?,¿no es
frecuente sentir que tenemos deberes y no derechos?
Estamos más atravesados por los deberes que por los
derechos.¿Por qué es así?
Herbert Spencer, filósofo (1820/1903), pensaba que en una
sociedad los capitalistas deben vivir mejor, y el obrero debe hacerlo como la
ha venido haciendo históricamente: una vida plagada de desigualdades, injusticias e imposibilidad de ascensos. Influenciado por la teoría de la
Evolución de las especies de Darwin, Spencer extrajo de la “supervivencia del
más apto” sus premisas, y lo aplicó a lo social. “Algunos son ricos y otros
explotados, las jerarquías existen por naturaleza. Es irracional no pensar
así.Los ricos, que son los más fuertes prevalecen. Hay que ocuparse de ellos,
de los pobres no”,explicaba.
Entonces podemos entender que esta brecha que existe entre
el empleador y el empleado, entre sus calidades de vida, puede ser entendida
como decía al principio, como resultado de un proceso histórico que tiene que
ver con la intervención del hombre en la creación de las leyes. Sin embargo,
Spencer cree que como en la naturaleza sobrevive el más fuerte, en la sociedad
también…
Ginés de Sepúlveda en su obra “El problema racional en la conquista de América y el mestizaje”,
ensaya un análisis aplicable al contexto actual. Sepúlveda adhiere a la teoría
del derecho natural, y considera a los pueblos “no civilizados” al margen de la
humanidad.
Decía Sepúlveda: “Con perfecto derecho los españoles ejercen
su dominio sobre estos bávaros del nuevo mundo…son tan inferiores a los
españoles como los niños a los adultos, y las mujeres a los varones”.Y agrega: “estos
hombresillos apenas tienen vestigios de humanidad, que no sólo no poseen
ciencia alguna, sino que ni siquiera conocen o usan las letras”.
Tal vez estamos sujetos a vivir bajo sumisión y dominación.
Tal vez es verdad que por naturaleza, es la realidad que nos toca vivir y
debemos perecer. Tal vez hasta no debamos ser ni respetados ni valorados, y los
capitalistas deban llevarse la mejor parte, por jerarquía y por naturaleza.